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Filósofo y teólogo medieval, originario de Escocia. Ingresó en la Orden franciscana y la Historia la llamaría "Doctor sutil", por la agudeza de su ingenio.
Sus argumentaciones en la cátedra como docente y en las obras filosóficas y teológicas como escritor fueron proverbialmente claras y persuasivas. Actuó en como docente en Oxford, en París, en Cambridge y en Colonia.
Entre sus obras están los comentarios a las Sentencias de Pedro Lombardo, que era su guía de explicación de Cátedra. Esos comentarios fueron publicados en forma de "Obra de Oxford" los primeros y con el título de "Las aportaciones parisinas" los de París que son más extensos de mayor alcance teológico.
Escribió también diversos tratados de metafísica como "Del primer principio" y "Cuestiones de Metafísica".
Entre sus obras religiosas su tema preferido fue el de Dios: "Del conocimiento de Dios". Pero también elaboró otras reflexiones sobre "Cuestiones disputatas", entre las que se hallan algunas con argumentos claves para inclinar la defensa decidida que los franciscanos tuvieron en algunas cuestiones teológicas en los siglos posteriores.
Se puede recordar la referente a la Inmaculada Concepción de María, que Scoto zanjó con su célebre argumento: "potui, decuit, ergo feci" (Si quiso y no pudo, no era Dios; si pudo y no quiso no era hijo. Pudo y quiso, luego lo hizo).
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